San Vicente del Caguán - Caqueta

Sólo mencionar el nombre produce escalofríos, pues fue zona de despeje para la guerrilla en el gobierno de Pastrana. Recibimos con susto pero con ganas la invitación de mi tía quien trabaja en La CAR (Corporación autónoma Regional) del Caquetá.

Abordamos el avión que nos llevaría, era además la primera vez de vivir esta experiencia. Nos peleamos la ventanilla y luego agarrados de la mano y emocionados nos alzamos sobre los cielos de una fría mañana bogotana. Grandes extensiones de cultivos de flores nos acompañaron un buen trecho, luego montaña y luego selva. Verde intenso, verde claro, verde esmeralda. Verde siempre verde.

Abajo una gran serpiente de agua aparecía y desaparecía bajo la sombra de los árboles. Una hora este mismo paisaje y media hora más tarde avistamos pequeños caseríos en medio de extensos potreros llenos de ganado y palmas.

Por fin el aeropuerto! una gran carretera en medio de la selva y una casa grande con techo de zin, en donde se veía la gente chiquitica esperando viajar a Florencia o Bogotá. Con emoción contenida abordamos un campero que nos llevaría al casco urbano carretera destapada y polvorienta. Mi tía nos esperaba en la esquina del parque por donde obligadamente pasaríamos.

En el parque un monumento a la colonización UN HACHA SOBRE UN TRONCO. La iglesia para variar pintada de verde y con una arquitectura rara. Cuatro calles polvorientas y planas que se inundan cuando llueve. La mayoría de las casas son de un solo nivel y de madera aunque ya se abre paso otro tipo de material y construcción.

Comercio informal, la mercancía expuesta a la intemperie. Muchos bares y restaurantes.

Lo que más nos cautivó fue el río Caguán paseo obligado de los pobladores y turistas. Inmenso profundo silencioso, casi sin playa. Este sitio lo comparte la gente con los animales, los carros. Sus aguas turbias pero deliciosas son surcadas frecuentemente por pequeñas embarcaciones que conducen a los diferentes caseríos a donde ARRIMAN a dejar a los pasajeros.